viernes, 5 de agosto de 2011

Karma es hábito

Miles de veces hemos oído hablar del karma: La ley de causa y efecto, el karma positivo, el negativo, el karma individual, el colectivo, etc. Cierto es que cada una de nuestras acciones, excepto las espontáneas y creativas, van construyendo nuestro karma (nuestro hábito).

Nuestras mentes tienden a repetir y repetir (muy lejos de la creatividad) determinados formatos de conexión y comportamiento. Esta recursividad va recargando de energía al hábito (karma), convirtiéndolo en una situación aparentemente definitiva e irrevocable.

Cuando nos autoenfermamos crónicamente, por ejemplo, es porque hemos adoptado hábitos nocivos que nos llevan a la disfunción. La enfermedad es un hábito (karma) basado en la propia voluntad. Cuando limpiamos el mal hábito la causa de la enfermedad desvanece y surge la sanación.

A veces los hábitos van viajando de generación en generación. Porque éstos también operan como nexo para unirnos al propio linaje, dándonos una dimensión más profunda y global de identidad. Por lo tanto el karma (hábito) puede llegar a tener un "envión" o fuerza ancestral.

Modificar el karma o hábito es cuestión para audaces. Moverse del propio hábito implica arriesgarse a ser creativo. Desafiar al karma conlleva al deseo de ser algo más que meros hábitos y designios. Al final de cuentas, ser un poco diferente a lo que habitualmente somos suena interesante...

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