viernes, 10 de junio de 2011

Meditar es Participar

Normalmente se considera que la esencia de la meditación es la observación, pero deberíamos saber las implicaciones subyacentes: cuando observamos algo lo estamos haciendo a través de ciertas “lentes” que actúan sobre lo observado (si usamos anteojos azules veremos azul). Cuando meditamos se ponen en juego nuestras múltiples y dinámicas “lentes internas” sobre las cuales interactuamos con la realidad.

No existe completa observación sin considerarnos dentro del Conjunto de la situación observada. A pesar de tal evidencia, suele prevalecer la vieja creencia acerca de una observación meditativa ajena al objeto observado. Este concepto de meditación, semejante al arte figurativo, nos “separa” de lo observado para luego representarlo.

Pero no podemos separar lo inseparable. Somos parte de lo observado (certeza que se deplegó a partir del siglo XX a raiz de los descubrimientos relacionados a la nueva física cuántica). Si observamos nuestra respiración, por ejemplo, verificaremos la creación de un nuevo ritmo. Durante este “diálogo” entre ambas partes (el observador y lo observado) existe constante Participación y Creatividad.

La experiencia de ser parte y partícipe de lo observado nos remite a cierto sentimiento de ligadura y Unidad. Reconocer la Unidad de la realidad es el eje de todas las experiencias místicas del pasado y el presente. No existe acción exenta de participación. Meditar es Participar.